Nos encontramos en plena guerra civil, en los cinco meses transcurridos desde su comienzo, el 18 de Julio de 1936, de los 12 submarinos con que cuenta la armada republicana, ya se han hundido el B-5 y el B-6.
El 15 de agosto, el C-3 recibe la orden de trasladarse al Cantábrico. Durante su viaje, frente a las costas de Portugal, el submarino sufre una avería que lo obliga a volver a Cartagena. El día 23, una vez reparado, se encuentra en Málaga dispuesto a partir de nuevo hacia el Norte, lo que hará dos días después.
Durante las semanas siguientes realiza varias patrullas por el Cantábrico, sin realizar ninguna acción de guerra, hasta que el 2 de octubre, con una importante avería que le produce la pérdida de un motor diesel, recibe la orden de dirigirse a Tánger y, posteriormente, a Cartagena.
Aún sin reparar, el C-3 se hace a la mar el 10 de diciembre con destino a Málaga. Tras una breve entrada en Almería para desembarcar algunas piezas defectuosas, continúa su viaje, pasando la noche del 11 al 12 bajo el agua a la entrada del puerto de Málaga. Por la mañana recibe la orden de permanecer de patrulla sin entrar al puerto.
A las 14:00 del 12 de diciembre de 1936, el submarino C-3 navega en superficie a cuatro millas al SE de la farola de Málaga. El turno de comida ha acabado y los marineros Isidoro de la Orden Ibáñez y Asensio Lidón salen a la cubierta de popa para arrojar por la borda los desperdicios. En la torreta o vela se encuentra el comandante Antonio Arbona Pastor acompañado del capitán de la Marina Mercante D. Agustín García Viñas, adscrito a la Armada como oficial de derrota del submarino.
Cerca del C-3 se encuentra el guardacostas Xauen, relevando a la lancha I-4 de la Tabacalera en sus labores de vigilancia. En las inmediaciones faenan los pesqueros “Joven Antonio” y “Joven Amalia” pescando boquerón.
A las 14:19 el C-3 se estremece de forma violenta; una llamarada y una densa nube de humo blanco acompaña a este hecho. De forma casi instantánea, el submarino se hunde dejando a flote tan solo al capitán García Viñas y a los marineros de la Orden y Lidón, que luchan por no ser arrastrados hacia el fondo. El hundimiento es tan rápido que ningún hombre de los 37 permanecen en el interior logra salir.
En la superficie, una mancha de fuel marca el lugar donde se ha producido la tragedia. La nube blanca se disipa y tres hombres se debaten en el agua. Poco tiempo después serán rescatados por uno de los pesqueros que faenan en la zona y trasladados al buque hospital Artabro, fondeado en el puerto de Málaga.
A las 10 de la noche, el Ministerio de Marina republicano emite el siguiente parte oficial:
"Esta tarde, a las dos y media, a la altura de Málaga, fue torpedeado por un submarino, evidentemente extranjero, el submarino C-3, afecto a la Flota republicana. El C-3 se hundió. Hasta ahora sólo se tienen noticias de que se haya salvado el capitán de la Marina Mercante Agustín García Viñas y los marineros Isidoro de la Orden Ibáñez y Asensio Lidón Jiménez, los cuales han sido hospitalizados en Málaga, a bordo del buque Artabro."
El 13 de Diciembre , ABC publica este titular: " SUBMARINO REPUBLICANO TORPEDEADO POR OTRO EXTRANJERO" y otros titulares como: "LA AGRESIÓN A NUESTRA ESCUADRA POR SUBMARINOS EXTRANJEROS"hacen que la versión del torpedo cobre más fuerza.
Pero a pesar del parte del ministerio de marina y de las noticias de la prensa, en días posteriores, empieza a formarse otra teoría que atribuía el hundimiento a una explosión interna.
En sus declaraciones, los testigos que presenciaron el hundimiento, tanto desde los pesqueros "Joven Antonio" y "Joven Amalia" que faenaban en la zona, así como los que estaban en la costa, aseguraron no haber oído ninguna explosión y describen una nube de humo blanco, lo que hace pensar en un posible accidente con las baterías.
El propio Jefe de la flotilla de submarinos Remigio Verdia Joli, apoyaba esta teoría firmando un informe que aseguraba como causa la explosión interna y que decía así:
"Considero debe descartarse por completo la idea de que el buque fuera torpedeado por las siguientes razones: 1º No se observó la columna de agua de 60 u 80 metros como la que produce un torpedo. 2º No se puede demostrar que la explosión fuera grande porque, entonces, todos los testigos de dentro y de fuera del submarino la hubieran claramente percibido. 3º Ninguno de los que estaban en el puente vieron estela ni periscopio. 4º Ninguno de los pescadores de las proximidades los vieron tampoco. 5º Sobre las cabezas de los náufragos no cayeron restos de la explosión."
Entre las especulaciones, las hay para todos los gustos:
Pero lo único cierto e incuestionable es que el submarino yace a 70 metros de profundidad, y en su interior reposan los restos de 37 marinos españoles.
Bucear en un pecio siempre es una experiencia única, cada uno tiene su propia historia, muchas veces acompañada de tragedias y de pérdidas humanas, en el caso del submarino “C3”, se han unido varios factores que lo han convertirlo en uno de los pecios mas emblemáticos de nuestras costas.
Se hundió en una guerra fratricida; de sus 40 tripulantes solamente se salvaron tres, aunque su situación era sobradamente conocida por la armada y por los pescadores locales, durante muchos años el “C3” ha ocupado un puesto de honor en el olvido colectivo.
Pero 65 años después de su hundimiento, desde Ocean Project nos hemos propuesto filmarlo, fotografiarlo y darlo a conocer; hemos empezado con este artículo y ya está en marcha la realización de un documental para televisión.
Para ello ha sido necesario descender hasta sus restos en mas de 15 ocasiones, con un consumo aproximado de 130.000 litros de aire, 60.000 litros de Oxigeno y 150.000 litros de Helio.
En la mayoría de las ocasiones los miembros de nuestra asociación han tenido que desplazarse desde Valencia, Barcelona, Santander y Bilbao hasta Benalmádena, donde hemos contado con la inestimable ayuda y colaboración del Hotel Torrequebrada.
Ya está amaneciendo cuando soltamos amarras; la mañana se presenta oscura y el cielo se adivina encapotado, por desgracia, las previsiones meteorológicas han acertado, y nos esperan chaparrones y vientos variables de levante de fuerza 2, aumentando a fuerza 4 hacia el mediodía.
Mientras el barco “Luna”, capitaneado por Oscar Santos, abandona la bocana del puerto, cada miembro del equipo repasa mentalmente las tareas encomendadas; en esta ocasión el equipo estará formado por Amaya Olea, Daniel Santamaría y Armin S. Koppenhofer que realizarán las tareas de apoyo, iluminación y guías, Jordi Chias se ocupará de la fotografía submarina y Joseba Alberdi y yo mismo (Alberto Marín) de la filmación digital del submarino; también nos acompañan para la filmación en superficie, el cámara de televisión Hector Ripollés y el realizador y productor Carlos Menor Navarro.
Tras veinte minutos de navegación; llegamos al punto deseado, gracias a la pericia del capitán; la operación de colocar el cabo de descenso hasta el submarino se realiza sin contratiempos; en la superficie hemos colocado una gran boya , que además de facilitarnos las paradas de descompresión, sirve de referencia al capitán, ya que durante el tiempo que dure la inmersión el “Luna” navegará en círculos en la zona.
Tras la dura tarea de colocarnos todo el equipo, Bibotella de 2x18 a la espalda con trimix 17/44 y dos botellas laterales para las paradas de descompresión, una con oxígeno y otra con EAN 40, nos pasan los equipos de filmación y saltamos al agua, tras las comprobaciones de rigor, descendemos a 6 metros, de nuevo comprobación de los equipos, todo OK, y continuamos el descenso.
A medida que descendemos, la oscuridad nos obliga a encender los focos a tan solo 20 metros de profundidad; mientras continuamos descendiendo pienso en la terrible agonía que debieron de sufrir los tripulantes del submarino en su último viaje a las profundidades.
Cuando ya llevamos dos minutos descendiendo, bajo nosotros comienza a perfilarse la fantasmal silueta del “C3”; reposa en un fondo de arena a 70 metros de profundidad, bastante escorado a estribor, una sección de unos ocho metros de la popa se encuentra en posición invertida y separada unos metros del resto del submarino. Una gran cantidad de redes y cabos cubren a modo de mortaja algunas partes del casco y en otras la piel exterior ha desaparecido por completo, dejando al descubierto tubos, válvulas, respiraderos de los tanques de lastre...etc.
La oscuridad es total, y a pesar de los mas de 500 W de potencia que llevamos en nuestros focos, debido a lo turbio del agua la visibilidad no supera los 3 metros. La corriente que nos ha acompañado durante el descenso, ha disminuido.
Multitud de peces “tres colas” recorren el casco, vigilados de cerca por los congrios, que se ocultan entre las chapas; en la torre un bogavante parece montar guardia junto a la escotilla, ocupando el puesto del comandante Antonio Arbona Pastor.
Una vez en el interior un escalofrío me recorre el cuerpo, no solamente por los 11 grados del agua, sino por el recuerdo de los marinos que aquí reposan, en la zona en la que hemos penetrado todo está revuelto, el agua enseguida se enturbia y ante lo angosto del espacio y lo peligroso que resulta continuar, Joseba me hace señas para salir.
Ya en el exterior nos dirigimos hacia la proa; pasada la torreta nos encontramos con la base circular del cañón antiaéreo ya desaparecido, la manga va reduciéndose a medida que seguimos avanzando por lo que queda de la cubierta, hasta que de repente, ante nosotros aparece la afilada proa, nos dirigimos hacia su amura de babor, pero prácticamente ha desaparecido, comprobamos el mal estado en que se encuentra esa parte del casco, incluso los tubos lanzatorpedos son apenas reconocibles.
Amaya, señalándonos su cronómetro, nos recuerda que debemos ceñirnos escrupulosamente al Run-time programado, el tiempo ha pasado muy deprisa y Dani recogiendo su hilo guía nos conduce hasta el cabo de ascenso, por el camino nos encontramos con Armín y Jordi, que han estado fotografiando la zona central y la torreta, una vez recogidos los equipos de filmación, comenzamos el lento ascenso hacia la superficie, pero no sin antes echar una ultima mirada de despedida y respeto hacia el submarino. En total tardaremos cerca de una hora en ascender, durante este tiempo deberemos respirar tres mezclas distintas para eliminar el helio y el nitrógeno acumulado en nuestro organismo.
A medida que vamos subiendo, la oscuridad va dejando paso a la luz, y la sensación de tristeza y soledad que se siente al bucear en el panteón submarino en que se ha convertido el “C3”, va dejando paso a la euforia y alegría que se siente por el trabajo bien hecho y por haber cumplido con creces los objetivos previstos.
La lista de desaparecidos fué:
Ocean Project. Email.